Los medicamentos son imprescindibles para nuestra salud, pero su uso tiene también un lado oculto. Restos de fármacos, excipientes y materiales de envase llegan al aire, al suelo y, sobre todo, al agua. De este modo pueden afectar a peces, a aves y a otros animales, favorecer la aparición de resistencias a los antibióticos y contribuir al cambio climático.
Este trabajo, en el que participa el Instituto de Investigación Sanitaria Bioaraba junto con la Universidad del País Vasco (EHU) y otros organismos, revisa qué se está haciendo en el mundo para avanzar hacia una “farmacia sostenible”. Los autores son Iker Egaña, primer firmante, de AMVISA (Aguas Municipales de Vitoria-Gasteiz, S.A.), y Vladimir Akhrimenko, Mirari Ayerbe, Eider Abasolo, Unax Lertxundi y Gorka Orive, integrantes del Grupo Basque Sustainable Pharmacy de la EHU.
El equipo analiza el impacto ambiental de los medicamentos a lo largo de todo su ciclo de vida, desde el diseño y la fabricación hasta la prescripción, el uso en hospitales y la gestión final de los residuos, siguiendo el enfoque One Health, que considera inseparables la salud humana, la salud animal y la del medio ambiente.
El artículo destaca medidas como diseñar fármacos más biodegradables, mejorar las estaciones depuradoras, utilizar envases más sostenibles, incorporar criterios ambientales en la compra y prescripción de medicamentos y formar tanto a profesionales sanitarios como a ciudadanía en un uso responsable. El objetivo final es reducir la huella ambiental de los medicamentos sin perder eficacia ni seguridad para las y los pacientes.