Papel del pteroestilbeno, una molécula presente en frutas y verduras, en la prevención del hígado graso

La esteatosis hepática, también conocida como hígado graso, es una alteración que consiste en la acumulación excesiva de grasa en el hígado. Dado que no produce sintomatología, muchas personas que la padecen ni siquiera lo saben, y deberían estar especialmente atentas aquellas que presentan obesidad y/o resistencia a la insulina porque su riesgo es mayor. Aunque el hígado graso no entraña graves problemas, es muy importante prevenirlo antes de que se produzca o tratarlo una vez se ha desarrollado porque un cierto porcentaje de los casos evolucionan hacia enfermedades de mayor gravedad como la esteatohepatitis, la cirrosis o incluso el cáncer de hígado.

Hasta la fecha, tanto la prevención como el tratamiento del hígado graso se han basado en modificaciones del estilo de vida, consistentes en una reducción de la ingesta de energía y un aumento de la actividad física. No obstante, el éxito alcanzado con esta estrategia es, en muchas ocasiones, menor que el que sería deseable. Por ello, la comunidad científica está buscando alternativas que permitan mejorar el manejo de esta alteración hepática. En esta línea de trabajo se ha prestado gran atención a los compuestos fenólicos, que son sustancias que aparecen de manera natural en alimentos como frutas, verduras, frutos secos, aceites y café, entre otros. Estas sustancias, aunque no tienen función nutritiva, ejercen efectos beneficiosos sobre la salud.

Entre los compuestos fenólicos más estudiados encontramos el pteroestilbeno, conocido por estar presente en los arándanos y las uvas rojas. Estudios previos del grupo de investigación en Nutrición y Obesidad de la Universidad del País Vasco, adscritos al Instituto de Investigación Sanitaria Bioaraba, y al CIBEROBN del Instituto de Salud Carlos III, habían puesto de manifiesto que este compuesto era capaz de prevenir la acumulación de grasa en el hígado de animales de experimentación. No obstante, pese al descubrimiento de estos efectos positivos, el pteroestilbeno, al igual que muchos otros compuestos fenólicos, presenta un problema, el de su baja biodisponibilidad, es decir, que de la cantidad que ingiere una persona, solo una pequeña parte es capaz de llegar a los lugares del organismo en los que tiene que ejercer su efecto, el hígado en el caso de este estudio. Esto se debe a que, una vez ingerido, el pteroestilbeno se transforma en otras moléculas, llamadas metabolitos, tanto en el intestino como en el hígado. De esta manera, mientras que la cantidad de pteroestilbeno que encontramos en sangre y en distintos órganos es baja, la de los metabolitos derivados de este es mucho más alta.

Ante esta situación, el grupo liderado por la Dra. María Puy Portillo se planteó analizar si los metabolitos procedentes del pteroestilbeno presentaban o no actividad biológica. En caso de presentarla, el hecho de que el pteroestilbeno se transforme en metabolitos no supondría un problema, ya que estos participarían en la inducción de los efectos positivos. Por el contario, si estos metabolitos fueran inactivos, la transformación del pteroestilbeno constituiría una importante limitación, ya que obligaría a utilizar o consumir dosis relativamente altas para conseguir el efecto deseado.

En el trabajo publicado en Molecules1, las investigadoras intentaron dar respuesta a esta pregunta mediante un estudio, llevado a cabo en hepatocitos, que son las células propias del hígado. Primero provocaron la acumulación de elevadas cantidades de grasa en los hepatocitos, con el fin de imitar la situación que se produce en estas células en el hígado de personas que padecen hígado graso. Al mismo tiempo que se producía este proceso, incubaron los hepatocitos con pteroestilbeno y dos de sus principales metabolitos. Lo que observaron fue que, mientras que el pteroestilbeno prevenía parcialmente la acumulación de grasa en los hepatocitos, los dos metabolitos la prevenían totalmente. Estos resultados indican que los metabolitos producidos por la transformación del pteroestilbeno en el intestino y el hígado son activos, incluso más que el propio pteroestilbeno, y por tanto responsables junto con el propio pteroestilbeno de su efecto protector frente al desarrollo de hígado graso. Por tanto, la transformación del pteroestilbeno en sus metabolitos, es decir, su baja biodisponibilidad, que podría preocuparnos, no es realmente un problema, tal y como se había pensado, al menos en lo que respecta a su efecto beneficioso sobre el desarrollo de hígado graso.

Buscando el mecanismo por el que el pteroestilbeno y sus metabolitos reducían la acumulación de grasa en los hepatocitos, las investigadoras concluyeron que era a través de la disminución de la síntesis de ácidos grasos en el hígado, un proceso que se conoce como «lipogénesis de novo«, en el que se forman parte de las sustancias que se utilizan para generar el almacenamiento de grasa en el hígado. Por tanto, y como conclusión, si eres una persona con riesgo de presentar hígado graso, podría ser recomendable incluir en tu dieta alimentos ricos en pteroestilbeno. No obstante, todavía es necesario probar la eficacia en humanos.

1Trepiana J, Krisa S, Portillo MP. Activity of Pterostilbene Metabolites against Liver Steatosis in Cultured Hepatocytes. Molecules 2020;25:5444. doi: 10.3390/molecules25225444