30 de noviembre, día internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria

Hoy, 30 de noviembre, se celebra el día internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Este día surgió a finales del año 2012 por iniciativa de unas administradoras de una página de Facebook que buscaron una vía para apoyarse a sí mismas, para apoyar a otros y para recordar la lucha de las personas que se enfrentan a estos trastornos. A esta idea se unieron otras páginas con las mismas características.

Los TCA son trastornos mentales que generan un comportamiento patológico frente a la ingesta de alimentos y una obsesión por el control del peso. Está presente en todas las edades, sin importar sexo o condición social. La causa de los mismos está relacionada con múltiples factores: psicológicos, biológicos, socioculturales y familiares.

Con idea de visibilizar esta patología, algunos factores desencadenantes y las pautas de reconocimiento, deseamos acercaros el trabajo que viene realizando el equipo de profesionales del Servicio de Psiquiatría de la OSI Araba, y del personal adscrito al Instituto de Investigación Sanitaria Bioaraba, en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria en el Hospital Universitario de Araba.

Según nos comenta la Dra. Noelia Olmo, en los últimos años, han ido viendo un incremento de nuevos casos de Trastornos de la Conducta Alimentaria, una tendencia que, además, se ha acelerado vertiginosamente desde el inicio de la pandemia de la COVID-19: “Según nuestros datos, en el año 2020 se incrementaron en un 50 % los casos nuevos en menores de 18 años y en un 100 % los casos en mayores de 18 años, con respecto al 2019. En este año 2021, hasta finales de septiembre, se había incrementado en un 54 % los casos nuevos en menores de 18 años con respecto al 2020, y en mayores de edad aún no se han alcanzado las cifras del año pasado, pero calculamos que cuando acabe el año serán parecidas”.

Si bien podemos decir que la población afectada es muy heterogénea, existe una mayor acumulación de casos en la franja de edad entre los 13 y los 21 años, existiendo en los últimos años un incremento en edades más tempranas, por debajo de los 13 años. El abordaje de este trastorno de conducta requiere de un trabajo coordinado entre los profesionales sanitarios de distintas especialidades, las familias, los centros educativos, los centros deportivos…, con el único fin de apoyar a la persona afectada y a sus familiares. Se realizan actividades de psicoeducación centradas en la nutrición, en el deporte y en el trabajo en grupo, de cara a lograr compartir experiencias que ayuden a todos en su lucha contra su enfermedad.

Pero, ¿qué factores incrementan el riesgo de aparición de los trastornos de alimentación? La autoestima es una de las variables que guarda más relación con estos trastornos, considerándose como un factor previo, predisponente, y como síntoma posterior de los mismos. De forma específica en la adolescencia, variables como la genética, los cambios corporales en la pubertad, el sobrepeso, la obesidad, las dietas restrictivas, la depresión, la baja autoestima, la vulnerabilidad de los/as adolescentes a los ideales de delgadez, la presión social por ser delgada y la insatisfacción con la imagen corporal, pueden elevar el riesgo de desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria. En este punto, queremos hacer un llamamiento de atención sobre los contenidos de las redes sociales que pueden consumirse en la adolescencia, y el efecto que han podido tener, especialmente, durante el comienzo de la pandemia. Es innegable que la emergencia sanitaria a la que nos condujo la evolución de la COVID-19, nos ha hecho cambiar una serie de hábitos, de conductas, por las que la sobreexposición que en estos medios sociales determinados influencers han realizado. Todos y todas hemos empezado a hacer gimnasia en casa, a tomar determinados alimentos porque lo ha dicho en alguna red social algún influencer a quien consideramos atractivo o atractiva y de quien solo vemos una parte (sin valorar si la foto se ha hecho con o sin filtros). No se tiene presente que los consejos que determinados personajes con relevancia virtual pueden ser muy peligrosos, ya que estas personas carecen, en la mayoría de los casos, de conocimiento en el área sobre la que se pretenden hacer eruditos virtuales.

El equipo de profesionales compuesto por Noelia Olmo, María Jesús Domínguez, César Valcárcel, Juan Olmo y Maite Bayo, ha sido muy consciente del momento social en el que nos encontrábamos y por ello, han realizado un trabajo excepcional con la puesta en marcha de un comedor terapéutico en el que personas con trastorno de conducta alimentaria van a comer acompañados de profesionales que les brindan su ayuda para mejorar su estado físico y anímico, haciendo de este encuentro algo más social. Gracias a esta iniciativa, se pretende que la relación de estos pacientes con la comida cambie, que sea algo mucho más sencillo de lo que ha sido hasta este momento en sus casas. Es el momento de hablar, de desterrar falsos mitos, de descubrir las grandes mentiras que se han instaurado en la sociedad en torno a las dietas y al ejercicio. Es el momento de cambiar y de ser ayudado para lograrlo.

Aunque este ha sido un gran paso en el tratamiento de este tipo de pacientes, quedan muchos otros por hacer, desde implicar a las familias hasta al Gobierno, que debe velar porque los mensajes, que las personas con repercusión mediática lanzan, sean veraces y contrastados científicamente.

Se necesita un compromiso por parte de los profesionales y de las instituciones que den a conocer esta enfermedad para que no se estigmatice socialmente y se pueda, además, avanzar en la investigación. Aunque es cierto, que hasta la fecha, la investigación en esta línea no ha sido un campo prioritario para el equipo de la OSI Araba/IIS Bioaraba, dado que había que fortalecer la asistencia a estas y estos pacientes, empiezan a plantearse algunos pequeños proyectos, que en palabras de Noelia Olmo, tendrían como objetivo “aplicar la realidad mixta para ayudar a estos pacientes a reconstruir su identidad y su imagen, que en la mayoría de los casos está distorsionada, es decir, incidir en la mejora del tratamiento y manejo de estos pacientes. Por otra parte, queremos buscar métodos de diagnóstico más precisos, que nos permitan identificar la patología antes de que esta sea muy grave y evitar el ingreso directo de las y los pacientes. En este aspecto, queremos trabajar más de cerca con centros educativos, centros deportivos y, a nivel más de laboratorio, tratar de identificar factores genéticos o bioquímicos que puedan servirnos de biomarcadores”.