La identificación de factores de riesgo como prevención del suicidio

El suicidio es un problema de salud global con alrededor de 700.000 muertes al año alrededor del mundo. De acuerdo a los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 3.671 personas fallecieron en 2019 por esta causa en España, lo que supone más del doble de muertes que los accidentes de tráfico, situándose como primera causa externa de muerte.

La identificación de factores de riesgo nos permite mejorar el conocimiento y las medidas de prevención de esta problemática multicausal. Entre los factores ya conocidos destaca el hecho de haber realizado un intento previo, ya que por cada suicidio consumado se dan otras 20 tentativas. Teniendo en cuenta la complejidad que subyace a la conducta suicida, la investigación continua en sus esfuerzos por determinar mejor qué factores predisponen y protegen a la hora de tomar esta decisión límite.

Precisamente ese es el objetivo del trabajo recientemente publicado en la revista Frontiers in Psychiatry1 por parte del grupo de Enfermedad Mental Grave del Instituto de Investigación Sanitaria Bioaraba junto a investigadores e investigadoras de CIBERSAM. Un proyecto centrado en analizar qué procesos de la mente podrían estar funcionando de manera diferente en personas con un intento de suicidio.

De manera genérica, a los procesos mentales que tratan la información del entorno y preparan la respuesta a la misma se les llama cognición, la cual tiene diferentes dominios basados en las aptitudes o funciones que desempeñan, como pueden ser la atención o la memoria. Entre todos los dominios destaca la función ejecutiva porque es la encargada de planificar y organizar la respuesta en base a toda la información recibida y procesada por el resto de dominios. La función ejecutiva es clave, ya que dependiendo de cómo esa información es percibida, procesada y de cómo nos planteamos responder a ella, puede resultar en un mayor o menor riesgo para la conducta suicida.

Estudios previos ya han encontrado alteraciones en la cognición asociadas a la conducta suicida, depresión y otros trastornos mentales. Resulta interesante, por lo tanto, investigar cuáles son las alteraciones específicas asociadas a esta conducta y, además, cuáles están presentes en el momento reciente. Para ello, el equipo investigador comparó el rendimiento cognitivo de pacientes deprimidos con un intento de suicidio reciente (un mes), pacientes deprimidos con un intento de suicidio a lo largo de su vida (no reciente), pacientes deprimidos sin intento de suicidio a lo largo de su vida y participantes voluntarios sin antecedentes de salud mental.

Utilizar estos cuatro grupos ha permitido determinar las diferencias tanto de la influencia del tiempo sobre las alteraciones cognitivas, como si estas son específicas de la conducta suicida y no atribuibles a la depresión. Los resultados sugieren que las personas con un intento de suicidio reciente tienen peor rendimiento en la función ejecutiva, lo que puede conducir a una peor percepción e interpretación de los estímulos del entorno, pudiendo incidir de forma inflexible y pesimista en la manera de pensar sobre su futuro y sobre ellos mismos.

Cabe destacar que las mujeres con intentos de suicidios recientes obtuvieron puntuaciones ligeramente mejores en función ejecutiva que los hombres. Se cree que esto podría estar en relación con la mayor impulsividad de los hombres y sus intentos más violentos, que implican una tendencia a pensar y comportarse con menor planificación, menos detección de errores, poca flexibilidad cognitiva y bajo control inhibitorio, procesos, todos ellos, que están bajo el control de la función ejecutiva.

Por lo tanto, es más probable que los hombres tomen decisiones menos apropiadas que las mujeres en circunstancias exigentes o estresantes, como conductas de riesgo o suicidio.

En palabras de la primera autora del trabajo, Jessica Fernández-Sevillano, “Estos resultados nos permiten entender una parte del proceso mental que subyace detrás de la conducta de un intento suicida. Conocidas estas alteraciones, como la función ejecutiva se puede entrenar y mejorar, podríamos diseñar intervenciones preventivas en pacientes de riesgo por tentativas previas dirigidas a la potenciación y rehabilitación de estas funciones cognitivas”.

1Fernández-Sevillano J, Alberich S, Zorrilla I, González-Ortega I, López MP, Pérez V, Vieta E, González-Pinto A, Saíz P. Cognition in Recent Suicide Attempts: Altered Executive Function. Front Psychiatry. 2021 Jul 22;12:701140. doi: 10.3389/fpsyt.2021.701140.